Continuamente estamos involucrados en un proceso comunicacional, bien sea a través de los sonidos, de los gestos, de los símbolos. El ser humano es un ser social y la comunicación es una forma en la cual esto se manifiesta. No obstante, vivimos en la ilusión de creer que por el hecho de expresarnos nos estamos comunicando y nada más lejano de la realidad que eso. Hemos olvidado como comunicarnos, la sabiduría de nuestras antiguas civilizaciones, como los esenios, por ejemplo, ha sido envuelta por la magia de la tecnología y el mundo moderno, haciéndonos olvidar el espacio esencial que ocupamos dentro de nosotros mismos, nuestro ser y el cual es lo que somos. Como consecuencia, al no saber comunicarnos con nosotros mismos, con nuestro cuerpo, con nuestra alma, menos aun sabemos hacerlo con otros seres semejantes a nosotros.
Andamos por la vida hablando y hablando y hablando, como robots, sin detenernos a escucharnos, a revisar que mensaje estamos emitiendo y más aún, ¿ como estamos afectándonos a nosotros mismos y a nuestros semejantes con estos mensajes?. No comprendemos que tenemos un gran poder creador y que nuestros lenguaje es un instrumento para ello; nos tomamos a la ligera el proceso comunicacional.
¿Qué hacer? El Dr. Lair Ribeiro, en su libro “La comunicación eficaz”, afirma: “la primera persona que necesita creer en lo que dice es usted”, pero ¿cómo he de creer en lo que se dice, sino sabemos que se dice?. He llegado a concluir que reconocer nuestras palabras, nuestros gestos y acciones es el principio del proceso de la comunicación conciente. Para reconocer lo que emitimos debemos reconocer que es lo que somos. La antigua civilización egipcia manifiesta a través de su sabiduría que existe una ley fundamental del universo, que dice: “Como es adentro es afuera”: si presto atención a lo que emito puedo reconocer como soy, así de simple e igualmente revelador. Empezamos a conocernos cuando descubrimos como somos. Esto es lo que el referido autor denomina: La acción comunicativa “Observar al observador”.
Somos seres inteligentes y en evolución constante, cuando aprendemos a observarnos como observadores, cuando aprendemos a escucharnos, a vernos , a sentirnos, podemos identificar con estado pleno de conciencia como estamos observando el mundo exterior, entonces suceden algunas cosas importantes: 1) dejamos de juzgar, porque solo estamos observando, 2)Nos mantenemos en el aquí y ahora, por lo que dejamos de vagar entre pasado y futuro, 3) empezamos a darnos cuenta de aspectos relevantes de sí mismos como el tono de voz, las palabras empleadas, los temas de conversación, la postura corporal, etc. 4)aumenta la capacidad de relacionarnos con otros, o sea, mejoran nuestras relaciones interpersonales, porque se toma conciencia de cómo afecto al otro.
LA RESPIRACIÓN Y LA COMUNICACIÓN CONSCIENTE
El proceso de respirar es tan necesario como ignorado. La realidad es que en el mayor de los casos, no sabemos respirar. Solo usamos una parte de nuestro sistema respiratorio y solo ingresamos una parte del oxigeno que percibimos en forma mecánica. Aprender a respirar es esencial para crecer como seres humanos, al respirar adecuadamente, en forma diafragmática, estamos aprovechando todo el oxígeno que ingresa a nuestros pulmones y potenciando su uso en nuestro cuerpo. El mantener una actitud de respiración conciente nos facilita mantenernos en el aquí y en el ahora y amplifica nuestros sentidos. Este estado permite entrar en nuestro interior y desde ahí potenciar la escucha profunda, sensibilizarnos ante los cambios externos y observar mejor lo que ocurre a nuestro alrededor, para estar atentos a la forma como nos comunicamos.
Recuerda: “La vida es como un eco. Si no le gusta lo que recibe, preste atención a lo que emite”. (Ribeiro, L.. La Comunicación Eficaz)
Te invito a realizar el mágico descubrimiento de tu ser interior, en busca de tus limitaciones y potencialidades y a descubrir el poder de la transformación personal: Tu eres el único que tiene la sabiduría para conducir tu vida! Descubre la sabiduría de tu ser!!!!...
Lcda. Josefa Antonia Rondón